No voy a explicar la historia de San Jorge contra el Dragón. Es muy conocida. Pero sí sacar a debate la figura de San Jorge como luchador por mandato, como soldado con armas y caballos que alguien le pagaría, para obedecer las órdenes de matar al "Malo", al contrario, aunque fuera un simple dragón.
Representa en todo el mundo (o casi) el soldado que nos libra de los males con sus armas, matando al enemigo. Más simple que el mecanismo de un chupete, para convencernos de su utilidad.
San Jorge es para los vascos Gorka o Jurgi; para los croatas es Juraj; para los suecos, se llama Göran. En el dialecto ligur se le conoce como Zorzo y en gaélico, como Seoirse. Muchas culturas históricas necesitan tener a San Jorge como ejemplo.
Y no lo quiero acercar a las opciones de San Tiago o a San Miguel como posibilidades similares. Pero en Palestina lo llaman Mar Yeries y en los países árabes Al-Jádr.
San Jorge, el santo al cual nos referimos, ha prodigado su nombre y su popularidad en la práctica totalidad del planeta, gracias tal vez a la conmovedora historia ligada a su figura. Un relato del que no existe ninguna certeza histórica, pero que una tradición secular se ha encargado de enraizar profundamente en muchos rincones del mundo.
Dice la tradición que San Jorge sin saber si existió o no, era un soldado romano de Capadocia en Turquía, que formaba parte de la milicia elegida del emperador Diocleciano, y que fue el artífice de la liberación de la antigua ciudad libia de Silca de la rabia de un dragón.
Y eso que había prometido no contaros la historia de San Jorge. Jodo.
San Jorge, murió torturado y decapitado por orden del gobernador Daciano al declararse cristiano. Supuestamente el 23 de abril de 303 sería la fecha en la que falleció el mártir y por eso se celebra en esa fecha el Día del Libro… o no.
Pero sí el Día de Aragón y Cataluña, como patrón.
Y que muchos siglos después se siguió apareciendo para resolver entuertos, por ejemplo en Huesca en el año 1096.