2.6.25

Arte Urbano funerario en Barcelona


Cuando hablamos de Arte Urbano en la antigüedad, nos debemos ir hasta al menos más de dos mil años atrás, y no solo para hablar de grafitis de los romanos en sus paredes urbanas, sino para también hablar de sus monumentos urbanos de variado tipo. Las calles eran espacios comunes y necesitaban hablar a través de ellas.

Y ahora os voy a mostrar como ejemplo esta estela funeraria del Siglo II, puesta en las zonas de acceso a una necrópolis de Barcelo, la actual Barcelona. Es una cabeza de Medusa, femenina, que según la tradición griega convertía en piedra a quien osara mirarla a los ojos. Así que cuidado.

Las estelas funerarias romanas situadas a la entrada de las localidades, junto a las carreteras o calzadas, tenían un profundo significado social, religioso y simbólico en la cultura romana en su época.

Las estelas eran monumentos funerarios que servían para recordar y honrar a los fallecidos importantes. En ellas se inscribía el nombre, la edad, el origen, a veces el retrato o la profesión, y en ocasiones dedicatorias de los familiares. Eran una forma de perpetuar la memoria del difunto y de mostrar el afecto y respeto de la familia. 

Es decir, como nuestros clásicos funerarios actuales a los que llamamos panteones, pero en este caso, puestos a las entradas de las ciudades y no dentro de los cementerios comunes o de comunidad. 

Los romanos no colocaban sus tumbas en lugares apartados, sino junto a las calzadas principales, a la entrada de las ciudades o villas, para que todos los viajeros y transeúntes pudieran verlas. Esto respondía al deseo de hacer pública la memoria y el estatus social del difunto. La localización y monumentalidad de la estela podían reflejar el rango o la riqueza de la familia.

Las estelas tenían también un valor religioso y de oración, marcaban el lugar de reposo del difunto y, según algunas creencias, facilitaban el tránsito del alma al más allá. En algunas regiones, como nuestra Hispania, podían incorporar símbolos como la luna creciente, que representaba el viaje del alma tras la muerte y la conexión entre el mundo terrenal y el astral.

La ley romana prohibía los enterramientos dentro de los límites urbanos, por lo que los cementerios y las estelas se situaban siempre fuera de la ciudad, a lo largo de las vías de acceso. Así, las entradas de las ciudades se convertían en auténticas “avenidas de la memoria”, jalonadas por monumentos funerarios de familias y personajes destacados.

Hoy han convertido a estas estelas como una fuente fundamental para conocer la sociedad romana, su estructura familiar, creencias y costumbres funerarias, así como la romanización de los territorios conquistados. Eran pues, un elemento de identidad y memoria colectiva visible para todos los que llegaban o salían de la ciudad.