Este es un grito universal, o al menos debería ser un grito muy bien repartido, que todos, todas y todes deberíamos tener en la punta de la lengua.
No somos criados ni esclavos de nadie. Tampoco de nuestros familiares. Y aunque es verdad que para sobrevivir tenemos que parecerlo, debemos aprender a diferenciar el serlo del parecerlo.
El obedecer por interés de supervivencia, de la mansedumbre disimulada para poder vivir o convivir.
Con perdón para las personas que se consideran Chachas —que no es un oficio ni una forma de ser ante la vida, sino una aceptación— hay que salir de ser la chacha de otros.
Una cosa es trabajar para otras personas, sea en el oficio o labor que sea, y otro bien diferente ser la chacha, el criado o el esclavo.
Por cierto, no hay tanta distancia entre ser chacha, ser criado o ser esclavo. Aprende a defender tus propios intereses, aunque sea a base de gritos pegados en la pared.